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La importancia de hacer marca

Cuando estamos dirigiendo una empresa en sus periodos iniciales queremos desarrollar el mejor producto, reclutar al mejor equipo, conocer el comportamiento de nuestros clientes para personalizar el servicio, y leemos sobre métricas, CAC y CLTV… Nos centramos en el producto o servicio, los clientes y, en definitiva, las ventas.

En muchas ocasiones la estrategia de marca o sobre la percepción que nuestros clientes y entorno tengan de la marca y los valores que representa la empresa quedan en un segundo plano. Si ya es complicado para una startup invertir en el desarrollo de producto con los limitados recursos de que se dispone al principio, tanto más lo debe ser el posicionar una marca de referencia y conseguir que los clientes se sientan identificados con el “alma” de la empresa… ¿verdad?. Lo dejamos casi siempre para mañana.

Se nos enseña que primero nos enfoquemos en estrategias de orientación al cliente o una buena política de precios. Que la marca exige grandes cantidades de tiempo y de dinero y que esto queda reservado para las grandes compañías.

Personalmente no estoy del todo de acuerdo. Estoy de acuerdo en que los recursos financieros iniciales de una empresa no deben destinarse, en términos generales, en la creación de marca. Hay otras prioridades. Pero esto no significa que dejemos de dar importancia a la percepción y el impacto emocional que queremos causar y con el que queremos que el entorno de nuestra empresa se identifique.

Algunos motivos por los que creo que pensar en términos de “marca” es importante desde el principio serían:

1. Ayuda a diferenciarnos de la competencia.

En un entorno tan competitivo y sobre todo en una fase en la que todavía tenemos mucho que demostrar, ¿por qué desperdiciar ocasiones de mostrar al mundo que somos de alguna forma diferentes?. Reforzar la marca y el mensaje que como empresa queremos transmitir nos ayuda que se nos perciba de forma diferente y a comunicar mejor nuestras acciones.

2. Permite alinear nuestro producto o servicio con lo que el cliente espera de él.

Tan importante es para nosotros como empresa conectar con los clientes adecuados y conocer cuál es su comportamiento, como lo debe ser para ellos encontrar la empresa adecuada afín a sus intereses y a su filosofía de vida. Diciendo al mundo quienes somos (más allá de lo buenos que son nuestros productos/servicios y de nuestra propuesta de valor) permitimos que el cliente adecuado se sienta identificado y, además de conectar, también tendremos más margen de error ya que se nos perdonarán más pequeños tropiezos (sobre todo si sabemos comunicarlos adecuadamente).

3. Genera esa “conexión” especial que necesitamos de un early adopter para que se convierta en un apóstol de la marca.

Conectamos con el cliente desde un punto de vista emocional más interior. No sólo por las cualidades técnicas de nuestro producto o servicio.

Además, no debemos olvidar que si conseguimos cierta conexión (engagement, que dirían algunos) será más factible que el cliente permanezca con nosotros y no valore única y exclusivamente aspectos del producto o servicio (por ejemplo, un menor precio de la competencia).

4. Nos permite ir definiendo desde el principio quienes somos.

Cambiar más adelante la percepción que el cliente tiene de la empresa va a ser complicado, así que mejor ir centrando el tiro desde el principio.

Por supuesto, todo esto no quiere decir que no debamos centrarnos en todo lo demás: sobre todo en validar el modelo de negocio mediante ventas (o lo que sea). Pero no creo que debamos olvidar hacer marca. De otro modo se convertirá en esa bombilla desnuda que tenemos colgada en alguna habitación de la casa que, con el paso del tiempo, acostumbrándonos a ella, ya ni nos damos cuenta al llegar a casa de que no hemos puesto una lámpara que dé ese toque especial a la estancia.

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